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Los retos de la Isla sostenible

La Reserva de la Biosfera se enfrenta el próximo año a la primera revisión del título, con el doble de turistas que en 2009

El director de la Reserva, Tony Gallardo Fotos: Carlos de Saá.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 19/05/2018 - 10:32

El 26 de mayo de 2019 se cumplirán diez años de la Reserva de la Biosfera de Fuerteventura, título que otorga el programa Hombre y Biosfera de la Unesco a zonas con actividad humana donde se ha logrado un desarrollo sostenible. La declaración lleva aparejada la revisión decenal de la gestión y mantenimiento y al estado de los mismos dedicó el director de la Reserva, Tony Gallardo, su discurso de ingreso como miembro por Fuerteventura en la Academia de las Ciencias, Ingenierías y Humanidades de Lanzarote. Entre los retos, señala la contención de la exponencial llegada de turistas, la diversificación económica, el impulso de las energías renovables, la conservación efectiva de los espacios naturales y el desarrollo justo, evitando el empobrecimiento social.

Sin embargo, la Reserva majorera cuenta con enormes fortalezas y, de hecho, la incorporación de Fuerteventura a la red significó una importante aportación en la consideración de los ecosistemas áridos y semiáridos del planeta. “Nuestra situación geoestratégica nos permite aportar experiencias y soluciones en espacios cooperativos especiales como la red de islas y zonas costeras, la Macaronesia, los espacios desérticos africanos o americanos; y nuestra biodiversidad marina nos hace especialmente sensibles a los problemas de los océanos”, argumentó Gallardo en su discurso.

El ponente rememora, a propósito de la candidatura de Fuerteventura al Consejo Internacional MaB (Man and Biosphere), que la propuesta fue compleja. “Incluyó 235.812,6 hectáreas de territorio terrestre y marino (la reserva española de mayor tamaño de entonces), estableciendo un equilibrio exquisito entre sus zonificaciones para cumplir las funciones de conservación de la naturaleza (núcleo), desarrollo sostenible de las actividades agropecuarias tradicionales (amortiguación) y actividades antrópicas intensivas como el turismo (transición)”.

La historia de la declaración está plagada de anécdotas, como la providencial intervención del experto en desarrollo sostenible Cipriano Marín, quien puso en contacto en 2007 al equipo que preparaba la candidatura con el representante del MaB durante una conferencia astronómica en La Palma, donde Marín era maestro de ceremonias.

Otro de los hitos del camino de la declaración fue el riesgo real de que el proyecto zozobrara unos días antes de que se acabara el plazo de presentación de la propuesta en París, por discrepancias político técnicas con el Gobierno de Canarias en cuanto a la zonificación de la costa de los Molinos y su entorno. En esta ocasión fue Marisa Tejedor, la catedrática y exrectora de la Universidad de La Laguna quien ayudó a desbloquear el tema, “en una tensa reunión celebrada en su despacho”. “Finalmente, aterrizábamos en Madrid escasamente una hora antes de que se cerrara el plazo, con dos maletas de documentos. Más de 20 kilos de exceso de equipaje, que fueron registrados en el Ministerio ante la atónita mirada de las responsables de la oficina MaB”, recuerda.

Los primeros años de la nominación, la Reserva tuvo “una actividad febril” que mereció la máxima calificación en la evaluación bianual de la red española y nos catapultó entre las cuatro primeras de España “entre las que estaban, y lo digo con orgullo, las canarias de Lanzarote y La Palma”, recuerda. De esa época data la constitución del Consejo Rector, con representación institucional y social; el Consejo de participación asambleario con más de 44 organizaciones civiles, o el Consejo Científico, que cuenta con 25 personalidades e investigadores internacionales, que impulsaron iniciativas como el encuentro Starlight, el Observatorio de la Sostenibilidad de Fuerteventura (Red OSE), la propuesta de Parque Nacional de Zonas Áridas y Costa de la Macaronesia Atlántica, la plataforma digital BiosphereSmart, la red de mercados biosfera y otras iniciativas en el campo educativo como las Radios Patio Biosfera.

Desde entonces se han venido desarrollando proyectos y actividades en consonancia con el plan de acción de la reserva, que incluye 138 medidas, algunas de enorme proyección y peso como el apoyo al estudio y la conservación del guirre, la musaraña, las tortugas marinas, la foca monje y los cetáceos. La lucha contra los venenos y los tendidos eléctricos, el compromiso en contra de las prospecciones petrolíferas o la participación en redes como la de Macaronesia (REDBIOS) o la Red Canaria, “desde la que hemos podido contribuir en nuestra modesta medida a la declaración de la RB de la Gomera y RB de Anaga en Tenerife”.

Turismo y sostenibilidad

La Reserva ha sido pionera en materia de comunicación “gracias a la especial sensibilidad de los periodistas de la isla”, subraya Gallardo. En cuestión de movilidad y economía descarbonizada, “una verdadera asignatura pendiente de las islas”, Fuerteventura ha aportado su reflexión al modelo de movilidad turística sostenible europeo y en la propia materia turística el apoyo a las políticas de diversificación y transición a un modelo sostenible posibilitó la integración en el grupo de conocimiento de la Organización Mundial del Turismo.

En el ámbito de las energías renovables y el cambio climático la Reserva ha aportado a la comunidad internacional el concepto de ‘agua renovable’ (agua desalada industrial producida con energías renovables) elegida como iniciativa singular en el informe del MaB en la Conferencia de Río+20 y llevada al foro de expansión de Madrid, preámbulo de la histórica Cumbre de París sobre Cambio Climático de 2016.

Con estas fortalezas, la Reserva de la Biosfera hace frente a no pocos retos, que serán evaluados el próximo año por el Comité MaB, algunos incluso ya objeto de alerta en el propio texto de la declaración por parte de la Unesco. “Fuerteventura se enfrenta al gran desafío de generar un modelo turístico bajo principios de sostenibilidad”, se apunta, aunque mencionando la apuesta del Cabildo por planificar el desarrollo con el Plan Territorial Turístico. Lo cierto es que desde entonces, la isla casi ha duplicado el número de turistas y visitantes, pasando de 1.500.000 a 3.200.000, a lo que se suma el fenómeno del alquiler vacacional, el desplome del turismo rural y la “insoportable” tasa de paro.

“El campo se muere de sed”

Para Gallardo, Fuerteventura también debe superar el monocultivo económico del turismo con la diversificación de actividades productivas como la agricultura. “El campo se muere de sed y de falta de apoyo más allá de las subvenciones”, indica, recordando la red mercados de biosfera “totalmente insuficientes para acercarnos a la soberanía alimentaria y producción sostenible”.

Aunque la actividad quesera está consolidada “no puede ser sostenible si la alimentación del ganado no se hace con forrajes producidos en la isla.”, aduce el biólogo, que apunta el “despropósito” de que deban importarse miles de toneladas de forraje. La Reserva defiende, en esta línea, “una política de desaladoras renovables dedicadas a la producción de biomasa (forraje), un trabajo en el campo de fertilidad y una política de potenciación del consumo de producción local por los visitantes”.

En su discurso, Gallardo explica que, aunque la Reserva acude a foros e iniciativas internacionales en defensa de las energías renovables, su implantación sigue siendo mínima, aunque lograr una isla cien por cien renovable “no debe ser una utopía”, con medidas prácticas como el autoconsumo, el balance neto o la acumulación con baterías domésticas. “Solo así podremos abandonar el viejo sistema de producción mediante fuel y desmantelar la actual central convencional que contamina el aire que respiran los habitantes de Puerto del Rosario”, dice.

Otro de los retos es la conservación de nuestros espacios naturales “que han sufrido un importante revés con la suspensión judicial del Parque Natural de Jandía, parte esencial de nuestra zona núcleo, que debería formar parte de un futuro parque nacional de zonas áridas y costa de la Macaronesia”.

En cuanto a la gestión del espacio marino y sus especies, pasado el peligro por las prospecciones, “queda ampliar la Reserva incluyendo la reciente Zona de Especial Conservación europea Espacio marino del Oriente y Sur de Lanzarote y Fuerteventura y la ZEPA Espacio marino de La Bocaina y afianzar la regulación del ecoturismo y pesca sostenible en las mismas. “Me atrevería a soñar con un modelo similar al de Galápagos o los espacios marinos de Hawai”, aduce el nuevo miembro de la Academia.

“Erradicar la desigualdad y pobreza”

Por último, el planeamiento del desarrollo sostenible entendido como bienestar poblacional “no puede entenderse sin erradicar la desigualdad y pobreza, línea marcada por las Naciones Unidas en su nueva agenda de 2030, en la que se vincula la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad, con la disponibilidad de agua y energía, la sanidad y el bienestar de la sociedad, la paz y los derechos humanos, a través de planes de empoderamiento social y participación democrática informada.

El discurso de Tony Gallardo termina haciendo un llamamiento a Canarias y sus Reservas “a creérselo” y apostar por la cooperación. Con esta visión de futuro, desde Fuerteventura se trasladaría, así, el ejemplo que el biólogo guarda en su memoria sentimental sobre una isla de “volcanes dormidos, aire se torna fuego en las planicies, hombres duros, mesetarios, recios en su austera forma de sentir la tierra, ingeniosos en el diseño de una estrategia vital que pasaba, por cuidar su bien más preciado: el agua, tierra hecha de contrastes singulares que pasa de la planicie a la playa y adquiere su condición plena cuando los miembros exentos de ese cuerpo isla se hunden en el abismo del océano”.

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