SOCIEDAD

Gran Tarajal: Crónica de una “catástrofe” anunciada

Gran Tarajal, convertida en ciudad dormitorio, se enfrenta al lastre de un muelle que no acaba de reflotarse

Fotos: Carlos de Saá/Manolo de la Hoz.
M.J. Lahora 0 COMENTARIOS 12/04/2018 - 05:18

Lo acontecido en el muelle de Gran Tarajal se trata de la crónica de una “catástrofe” anunciada para la mayoría de los vecinos del municipio al comprobar que el puerto se había convertido en un muelle de chatarra. Lo que iban a ser 150.000 euros de inversión para el municipio por albergar esas embarcaciones se han convertido en cuantiosas pérdidas. La indignación por la situación que vive el muelle y, en general, el municipio, se escucha al paso por la avenida, en los comercios y a la orilla de la playa, que algunos temen que se haya visto perjudicada por los vertidos y, sobre todo, por la mala imagen que supone la publicidad negativa que ha tenido el municipio con esta tragedia, que insisten en que se podría haber evitado.

No existe indicio de que la contaminación alcanzase a la zona de baño y los pescadores están faenando con normalidad, pero una localidad que espera ansiosa la llegada de algo más de turismo que pueda repercutir en la economía local de un municipio que algunos definen como “estancado” no puede permitirse el lujo de ocupar portadas de diarios e informativos por un vertido que a muchos les trae a la memoria la tragedia del Prestige.

Gran Tarajal es a día de hoy una ciudad dormitorio que alberga a los trabajadores de los hoteles de Jandía, entre otros trabajos que ya no se ofertan en el municipio, donde el paro sigue en continuo ascenso en lo que va de año y que se refleja también en una disminución paulatina de la contratación, sumando un centenar menos de contratos en los últimos dos meses. Los vecinos siguen a la espera de que se rehabilite el muelle y se cumpla la promesa de servir como escala de turismo de cruceros, algo que cada vez se aleja más de ser una realidad, a pesar de que estaba anunciado para este mismo año.

Frente al muelle, unos vecinos observan cómo avanzan las obras de limpieza. Milagrosa espera que el muelle, una vez que el daño ya está hecho, pueda volver a ser operativo. “Este muelle tiene que tener apertura, estamos en el siglo XXI y reivindicamos que se abra el puerto y se le dote de condiciones ideales para que sea un puerto donde puedan atracar cruceros y con tráfico de mercancías. Vamos a ver la botella medio llena y que esto sea el toque de atención que necesitábamos para un cambio de futuro en positivo”, enfatiza.

Confía en que estas obras puedan repercutir en la realización de un proyecto global y sea por fin una realidad la llegada de esos prometidos cruceros, entre otras oportunidades. Recuerdan los vecinos cuando se hablaba de Gran Tarajal como el puerto de la Isla. Se exportaban tomates y alfafa, entre otras mercancías, y era muelle de tráfico de pasajeros donde operaba la naviera Armas. “Tenía que haber estado recuperado desde hace muchos años”, comenta Pepe. Los orígenes del puerto se remontan al siglo XIX, por aquel entonces propiedad de los propios vecinos, recuerda haber leído. Con respecto al desastre, coinciden Milagrosa y Pepe con el resto de residentes en que “se podría haber evitado, porque el temporal estaba anunciado, además deberían tener una tripulación mínima y sólo había dos tripulantes” y se preguntan “por qué esos depósitos estaban tan cargados de combustible”, destinado a la maquinaria de la construcción que portaban con destino a Marruecos.

A Pepe la curiosidad le llevó a vivir en directo el desastre y está convencido de que “si hubiera habido un patrón, los remolcadores se hubieran salvado”. En la avenida, el que fuera marinero Saba Saavedra, de 80 años, acompañado de Silvestre y Juan José, con los que suele compartir sus vivencias en tierra y mar, recuerda también la grandeza que vivió Gran Tarajal como “el primer puerto de Fuerteventura”.

Gran Tarajal es a día de hoy una localidad dormitorio que alberga a los trabajadores de los hoteles de Jandía, entre otros trabajos que ya no se ofertan en el municipio

A día de hoy, “al puerto de Gran Tarajal no le hace falta otra cosa que el barco venga una o dos veces a la semana y que construyan un hotelito que ayudase a que se movieran estos comercios”. “Aquí no hay vida”, aseguran los tres. Un municipio que dicen que “está estancado” y donde tampoco hay una alternativa para la juventud. Consideran que se podría haber evitado, por ejemplo, llevando las embarcaciones al refugio natural de Toneles o Valle de la Cueva.

En otro corrillo, los vecinos se preguntan si no habrá una mano negra detrás que impida que el muelle salga adelante. Miguel Rodríguez Cabrera, con setenta años, no tiene suficientes palabras para describir la indignación que siente por lo ocurrido. “Esto estaba anunciado y todos lo sabían y permítame que dude de que en dos meses esté limpio”, asegura. “Cada vez que viene algo importante para el municipio pasa algo para que al final no salga adelante”, añade.

Miguel recuerda cuando Gran Tarajal era un muelle comercial, pero “como la mercancía que salía de aquí mucha rezaba que salía de Puerto del Rosario, optaron por ampliar el muelle de la capital y aquí lo que ha faltado han sido autoridades que hiciesen algo por Gran Tarajal”. “Aquí ya estábamos asustados antes de producirse el desastre”, añade. Él mismo fue uno de los que firmó el escrito ciudadano para que la “chatarra” no atracara en el muelle.

Historia negra”

El librero José Suleimán comparte la creencia de una “historia negra” detrás del muelle. Sobre el incidente comenta que “nunca se debió haber mandado unos barcos de este tipo para un muelle que no tiene abrigo, tarde o temprano vendría un temporal. “Lo que más nos sorprendió es que la corporación municipal abrió los brazos cuando llegaron y aseguraron que era parte de la gestión para darle un uso al muelle, y ahora el alcalde dice que es inexplicable y se le echa la culpa a Capitanía Marítima, cuando él como ingeniero de Canales y Puertos tenía que haber conocido la situación y que no contaba ni con un plan de seguridad”, afirma.

En su opinión se trata de una suma de errores que desembocó en el hundimiento y posterior vertido. “A la gente de Gran Tarajal nos sorprende que haya cruceros en cola esperando en Puerto del Rosario y que cada vez que llegan elecciones nos prometen que para enero será escala de cruceros y lo que trajeron fueron estos barcos, que aunque no se hubieran hundido habrían inhabilitado el muelle. Se dejaron atracar por un supuesto beneficio para inversiones en el muelle de 150.000 euros cuando ahora se estima que las pérdidas rondan los diez millones de euros”, dice con enojo.

“A la gente de Gran Tarajal nos sorprende que haya cruceros en cola esperando en Puerto del Rosario y que cada vez que llegan elecciones nos prometen que para enero será escala”

“Fuerteventura Reserva de la Biosfera… qué me estás contando”, enfatiza una indignada Dulce María al hablar del desastre del muelle de Gran Tarajal. Tacha de “catástrofe” lo ocurrido y mantiene que el principal problema es que la gente no es consciente de la gravedad de lo ocurrido: “Es un delito”, puntualiza. “Qué es lo que habría en el fondo marino, además del gasoil, que hasta los cangrejos corrían e imagínate este verano que nos tengamos que privar de la playa porque esos vertidos hayan contaminado todo”, continúa.

Teme también las repercusiones negativas en materia turística porque “si se enteran de que la playa está inservible ya no vendrán”, en referencia a la visita de los siempre fieles usuarios de la playa de Gran Tarajal. La pregunta que se hace, al igual que otros vecinos, es “¿cuál es el interés económico que ha motivado albergar esas embarcaciones en Gran Tarajal?”.

“Fue una metedura de pata, porque el muelle no ofrecía protección y era previsible que entrara el temporal”, mantiene un veterano aficionado a la pesca submarina. Achaca a “la responsabilidad evidente del director de puertos y del Gobierno de Canarias” haber permitido que esas embarcaciones estuvieran ahí, porque “no tenían autonomía para poder movilizarlas y con muy mala defensa ante el temporal”.

Sin embargo, frente al alarmismo generado por el vertido, sostiene que, en primer lugar, “el vertido es gasoil y no fuel que es más volátil y es más fácil la limpieza con las esponjas hidrófugas y los sistemas de bacterias han minimizado los riesgos”. Asegura que no ha notado ningún cambio en los fondos marinos de la zona y que sigue saliendo a pescar con normalidad. “En mi opinión, se ha actuado rápidamente y gran parte de la mancha quedó confinada y era más fácil limpiarla. Así se sacaron toneladas de combustible con métodos muy efectivos”. Aunque no duda en que “dejar el muelle como estaba va a ser caro, con un dinero que no tenemos”.

Comercio

En cuanto a la opinión del sector comercial, Paqui, de la cafetería Magnolia, señala que afortunadamente esta tragedia no ha afectado al negocio, aunque como vecina ha sufrido el incidente. Cree que si el puerto fuera escala de cruceros permitiría impulsar la economía: “Le hace falta al pueblo” y sería un acicate para el municipio, aunque por ahora con los clientes que provienen de Las Playitas va “escapando”.

Carmen, con una tienda de moda en la centro de la localidad, no ve el turismo como salida para su comercio, sus diseños son para una clientela residente, aunque pide que se dinamice el sector comercial. En la peluquería Ibermar, Mari Carmen y Eli son optimistas en cuanto a la situación del municipio, creen que se actuó a tiempo con el desastre y esperan ver algún día el avance turístico de la zona y el muelle como escala de cruceros. “Se trata de un punto central de la Isla que se podría aprovechar para muchas otras actividades”, comentan.

También Teresa en la ferretería Fontagran cree que la construcción de un “hotelito frente a la playa estaría muy bien, algo que ya hicieron en Las Playitas y eso da vida al municipio y deja dinero”. Es de las que quiere transmitir el mensaje de tranquilidad de que “la playa no se ha visto afectada”. En cambio, María Andrea, con un comercio de comestibles en la calle Mahan teme que los vertidos hayan afectado a la playa de Gran Tarajal, un recurso natural que da ambiente a los bares de la avenida.


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