CULTURA

‘El juego de los ególatras’: novela negra trazada de luces

Esteban San Juan publica su tercera novela, ganadora del premio ‘A Sangre Fría’ de Ápeiron Ediciones

María Valerón 0 COMENTARIOS 17/09/2023 - 08:38

No son oscuras las calles que describe Esteban San Juan; son, al contrario, luminosas. Amplios paseos, salas de exposiciones, cuadros llenos de colores, conversaciones de la escalera, cafeterías y hasta una librería con nombre de ópera. La luz se cuela por todos los rincones, paisajes cromáticos, de la última novela del autor: El juego de los ególatras, premio A Sangre Fría de la editorial Ápeiron Ediciones.

La novela del escritor, residente desde hace 18 años en Fuerteventura, se desarrolla en su Santa Cruz de La Palma natal, donde un crimen sangriento golpea la aparente tranquilidad de la ciudad y su vecindario. La trama de la novela pivota entre lo aparente y lo real: cuando acusan del asesinato a un pintor venezolano -que no consigue recordar si es suya la autoría del crimen por haber estado bajo los efectos del alcohol en el momento de los hechos-, un policía novato comienza una investigación en paralelo para llegar al fondo del asunto. A partir de un relato construido en dos voces protagonistas, las miradas en primera persona del presunto asesino y del policía irán desgranando página a página detalles para reconstruir el mapa global del homicidio.

En una trama trenzada a dos relatos, con un importante volumen de casuísticas y una variedad de personajes envueltos en distintos papeles de acción, el autor asegura que el ejercicio de construcción del argumento y sus diferentes vértices de tensión le llevó varios meses antes de la escritura: “Encajar todas las piezas fue complicado: lleva tiempo pensar y estructurarlo. A menudo opinamos que crear una novela es solo el momento de estar escribiendo, pero también se debe dedicar mucho tiempo a pensarla. Con esta novela, en concreto, muchas veces me sorprendía a mí mismo en mi vida cotidiana pensando en cómo encajar diferentes elementos, siempre volviendo a la historia y construyéndola, revisando en mi cabeza todas las piezas”, señala.

La narración, aún centrada en un asesinato sangriento, no está salpicada de la niebla de lo sórdido: la calidez inunda las páginas y no se trata de una cuestión fortuita. “Los ambientes son realistas y aunque hay novela negra que gusta más en ahondar en lo sórdido, a mí lo sórdido me gusta lo justo. Creo que Santa Cruz de La Palma era un espacio que merecía una novela ambientada allí”, señala. San Juan huye conscientemente de la construcción de imágenes o escenas ásperas, crueles o gratuitamente oscuras: el crimen es el centro, pero no el objetivo. Frente a los recursos de impacto, el escritor opta en el Juego de los ególatras a otra máxima: la literatura y el arte, sobre la oscuridad.

Lo artístico y lo sórdido

“Cuando Hamlet lleva a los cómicos a palacio para que representen la escena del asesinato del rey, y así mostrársela a la reina, surge una cita principal: el arte enseña la vida. Esta idea es lo que, de alguna manera, quise incluir en la novela”, cuenta el escritor. San Juan hace suya esta máxima de Shakespeare para dirigir, en su narrativa, los que considera elementos principales de la novela policiaca: apego a lo social y un relato capaz de transportar a los lectores a una realidad que les permita evadirse de la vida cotidiana.

Sobre estas bases, y partiendo de esa referencia al Hamlet de Shakespeare, no sorprende que el escritor haya creado una novela moteada de fragmentos de arte: lienzos y referencias literarias cobran un protagonismo principal en la trama, convirtiéndose en ingredientes principales de la obra. “Tenía interés en hacer una novela que fuera más allá de la novela negra, que fuera también metaliteraria. Las pistas para ir resolviendo el crimen surgen a partir de cuadros o a partir de lecturas; el arte tiene mucho peso, incluso en gran parte de los personajes que van apareciendo en mayor o menor medida: desde un detective culto y lector voraz, pasando por una casera muy relacionada con el ámbito artístico, un concejal de Cultura, una técnica de su concejalía, hasta un pintor”, señala.

“El arte enseña la vida. Esta idea quise introducir, de alguna manera, en la novela”

El arte se convierte, así, en una ventana que se dirige a distintas vetas de lo social. Hay espacio para la capa más alta, para los claroscuros y para un amplio abanico de estratos menos observados; hay también crítica fugaz a la sociedad y al modo cotidiano de proceder en pequeñas comunidades como la ciudad donde se ambienta la obra. “No fue difícil ambientarla en Santa Cruz de La Palma porque toda ficción nace de pequeños hechos reales. Algunos personajes nacieron de personas que conozco y hay guiños a pequeños comercios que ya no están, por ejemplo”, cuenta el autor.

San Juan define la literatura como “una tabla de salvación”, un espacio seguro donde la lectura le permite evadirse o “llevar la vida mejor” y asegura que sus primeros pasos como escritor fueron en Fuerteventura: “Aunque estudié filología, mi faceta lectora se acentuó en la Isla. Aquí fue donde empecé a devorar libros y de ahí pasé a la escritura”, cuenta. Las dos obras que preceden a El juego de los ególatras, Nunca olvidaré su adiós (2020), y No siempre llueven vírgenes (2020) fueron ambientadas en Santa Cruz de La Palma y Corralejo, respectivamente, y también llevan el sello de la novela negra.

Si el arte, como creyó Shakespeare, enseña la vida, una novela negra trazada de luces parece una buena y humilde forma de acercarse al aprendizaje.

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